Quejarse no cambia nada
Confiesa ahora: es difícil no quejarse.
Si ocurre una situación desagradable, imprevista o injusta, la primera y más inmediata reacción es quejarse. Quejarse de la lluvia o del sol, del frío o del calor, del precio de un producto, de los impuestos, del gobierno o de su equipo de fútbol favorito es algo que hacemos con más frecuencia de lo que creemos.
Pero hay una verdad acerca de quejarse que debemos reconocer: quejarse no cambia nada.
Imagínese que está viajando y a su automóvil se le pincha una llanta. ¿Qué opción puede resolver el problema?
a) Sentarse y quejarse.
b) Cambiar la llanta del auto.
Y ahora pregunto: ¿quejarse del frío calienta el ambiente? ¿Quejarse del precio de la carne baja el precio en la caja del supermercado? ¿Quejarse de la lluvia hace que salga el sol? De hecho, quejarse sólo te convierte en alguien molesto y desagradable, de quien nadie quiere estar cerca.
Lo que cambia una situación es la acción. Si llueve, toma un paraguas, pero sigues adelante. Si hace frío, vístete con ropa caliente y ve a trabajar. Si la carne esta cara, estudia más, trabaja más, construye un proyecto de vida que pueda mejorar tu situación económica. Porque si tu mejor opción es simplemente quejarte, creo que los resultados no serán satisfactorios.
La misma palabra de Dios nos exhorta: “Hagan todo sin quejarse y sin discutir”.
Cuando sienta esas ganas de quejarse de algo, pregúntese: “¿Esta queja traerá algún resultado práctico?” Y luego pregúntate: “¿Qué más bien, puedo hacer en esta situación?” Y sorpréndete con los resultados.
Oración: Señor, quiero abandonar las quejas y discusiones, ya que no traen ningún resultado práctico a mi vida. Que pueda ser alguien que actúa, sin quejas. Amén.
Versículo base: Hagan todo sin quejarse y sin discutir. (NTV) Filipenses 2:14