“¡De nada me sirvió hacer el bien y evitar los malos pensamientos!”
Sucedió en Ecuador. Un hombre extorsionaba a los comerciantes, amenazando con poner bombas a sus negocios si no pagaban una determinada cantidad de dinero. Como el dueño de un negocio se negó a pagar, este delincuente fue a su tienda, a altas horas de la noche, para colocar una bomba casera. Sin embargo, en el momento en que se encendía, la bomba explotó y el hombre fue “despedazado” por ella, haciendo imposible incluso reconocer su cuerpo.
A veces, a los delincuentes les va mal. Pero la verdad es que no siempre parece ser así. El salmista abrió su corazón ante Dios, ya que estaba cansado de ver prosperar a los malvados. En el Salmo 73, de los versículos 12 al 14, interroga a Dios: “¡Así son los malvados! ¡No se preocupan de nada, y cada vez son más ricos! ¡De nada me sirvió hacer el bien y evitar los malos pensamientos! ¡Esos malvados me golpean a todas horas! ¡En cuanto amanece me castigan!”
Quizás hoy, este sea tu sentimiento. Ves a los ricos hacerse cada vez más ricos, y parece que ser recto y correcto no sirve de nada. Como el salmista, crees que el Señor te castiga diariamente.
Pero el salmista, más tarde, puede comprender cuál es el destino del malvado. Pero para ello necesitaba ir al templo, ir a la casa de Dios, a los pies del Señor. En el versículo 17 dice: “Entonces fui al santuario de Dios, y fue allí donde entendí cómo terminarán los malvados”. Y en los versículos 18 y 19, parece describir exactamente lo que le sucedió al criminal ecuatoriano: “Dios los ha puesto en peligro, y van hacia su propia desgracia. En un abrir y cerrar de ojos terminarán por ser destruidos; el terror acabará con ellos”.
El final de este criminal ecuatoriano ya estaba escrito en el Salmo 73. Podría haberlo leído, cambiado y no ser destruido en apenas un segundo, con un final horrible, como el que tuvo.
Vale la pena ser honesto. Vale la pena servir al Señor. Cuando sientas tu corazón agobiado por el éxito de los malvados, ve al templo, ve a la casa del Señor, busca los pies del creador y derrama tu corazón delante de Él y Él te revelará las verdades de Su palabra.
Oración: Señor, a veces siento una profunda tristeza al ver prosperar a los malvados. Pero sé que debo ponerme a tus pies para encontrar las respuestas a todo lo que no entiendo. Amén.
Versículo base: ¡Así son los malvados! ¡No se preocupan de nada, y cada vez son más ricos! ¡De nada me sirvió hacer el bien y evitar los malos pensamientos! ¡Esos malvados me golpean a todas horas! ¡En cuanto amanece me castigan! Si hubiera pensado como los malvados, habría traicionado al pueblo de Dios. Traté de entender esto, pero me resultó muy difícil. Entonces fui al santuario de Dios, y fue allí donde entendí cómo terminarán los malvados: Dios los ha puesto en peligro, y van hacia su propia desgracia. En un abrir y cerrar de ojos terminarán por ser destruidos; el terror acabará con ellos. (NTLA) Salmos 73:12-19