“Si eres Hijo de Dios, bájate de la cruz”
¿Puede alguien ser salvo y condenado al mismo tiempo? Parece que si. Le pasó a un japonés llamado Masabumi Hosono. Este empleado publico, fue el único pasajero japonés en el Titanic, que se hundió en las frías aguas del Atlántico en abril de 1912. Hosono hizo todo lo posible por salvarse, y logró un cupo en el barco número 10, siendo posteriormente rescatado y salvado del naufragio.
Después de sobrevivir a semejante tragedia, regresar a su país debería ser motivo de gran alegría. Pero no fue así para Hosono. Al regresar a su país de origen, Hosono fue objetivo de ataque y de desaprobación pública. Fue condenado por la prensa y por el gobierno de su país por su decisión de salvarse en lugar de hundirse con el barco. También fue blanco de mentiras, de que se había disfrazado de mujer para conseguir un lugar en el barco que lo rescató.
Cuando conocí la historia de Hosono, que se salvó en el Titanic, recordé el momento en que los verdugos de Jesús se burlaban de Él en la cruz y lo instaban a salvarse: “La gente que pasaba por allí gritaba insultos y movía la cabeza en forma burlona. «¡Pero mírate ahora! —le gritaban—. Dijiste que ibas a destruir el templo y a reconstruirlo en tres días. Muy bien, si eres el Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz»
Me pregunto cómo fue para Cristo escuchar estas palabras, sabiendo que Él era realmente el Hijo de Dios: “si eres el Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz”.
Pero Jesús no bajó de la cruz. Y es por eso que hoy tengo vida eterna. Jesús no se salvó a sí mismo porque sabía que su muerte era necesaria para mi redención. Él sufrió y murió en mi lugar, y por eso tengo esperanza.
Oración: Señor, doy gracias porque Cristo no bajó de la cruz. Y por eso espero una eternidad en el cielo. Amén.
Versículo base: La gente que pasaba por allí gritaba insultos y movía la cabeza en forma burlona. «¡Pero mírate ahora! —le gritaban—. Dijiste que ibas a destruir el templo y a reconstruirlo en tres días. Muy bien, si eres el Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz». Los principales sacerdotes, los maestros de la ley religiosa y los ancianos también se burlaban de Jesús. «Salvó a otros —se mofaban—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! Con que es el Rey de Israel, ¿no? ¡Que baje de la cruz ahora mismo y creeremos en él! Confió en Dios, entonces, ¡que Dios lo rescate ahora si lo quiere! Pues dijo: “Soy el Hijo de Dios”». (NTV) Mateo 27:39-43