Nadie puede librarse del poder de la muerte
Sucedió recientemente en los Estados Unidos. Un hombre llamado Johnny White, de 53 años, llamó a la policía para confesar un asesinato que había cometido 25 años antes. El 26 de abril de 1995, asesinó a un hombre de 26 años llamado Christopher Alvin Daley. Desde entonces, el joven figuraba en una lista de personas desaparecidas y el caso nunca se resolvió. Johnny White decidió confesar el crimen tras ser diagnosticado con una enfermedad terminal. El no quiso llevarse este crimen a la tumba, y decidió confesarlo, para dar respuestas también a la familia. Tras confesar el crimen, llevó a la policía al lugar donde había sido enterrado el cuerpo. Johnny White ahora se encuentra arrestado y será juzgado por el crimen.
Es interesante observar cómo el saber que vamos a morir nos hace mejores personas. Saber que voy a morir me hace pensar en lo que he hecho a lo largo de mi vida y el legado que dejaré. Me hace más sensible a las verdaderas prioridades de la vida e incluso a las necesidades de quienes me rodean.
Aún más interesante es recordar que todos vamos a morir. El salmista nos advierte, en el capítulo 89, versículo 48: “¡Nadie puede vivir y no morir nunca! ¡Nadie puede librarse del poder de la muerte!”.
Y ninguno de nosotros sabe el día ni la hora de nuestra partida. Ni siquiera el hombre más rico y poderoso de este planeta puede estar seguro de que estará vivo mañana. Aún el ser humano más sano puede morir, incluso antes que el Sr. White con su enfermedad terminal. Por eso, una enfermedad terminal no debería ser necesaria para reflexionar sobre la vida.
No esperes a tener una enfermedad terminal para ser alguien mejor. Hoy mismo, reflexiona sobre tu vida, tu legado y el impacto que has dejado en las personas que te rodean. Nadie escapa a las garras de la tumba y no sabemos el día en que la muerte nos alcanzará.
Oración: Señor, quiero ser alguien mejor de lo que soy. Revélame Señor, en qué he fallado, háblame a través de tu palabra y hazme sensible a las necesidades de los demás. Amén.
Versículo base: ¡Nadie puede vivir y no morir nunca! ¡Nadie puede librarse del poder de la muerte! (BDHY) Salmos 89:48