Debemos dar la vida por nuestros hermanos
Esta es una ilustración bien conocida, que nos trae una lección importante:
Se dice que un ratón vio a los dueños de la finca armar una ratonera. Asustado, rápidamente corrió a decirles a todos:
– “¡Hay una ratonera en la casa, hay una ratonera en la casa!”
Entonces el pollo dijo:
– “Me imagino que esto es un gran riesgo para ti. ¡Pero para mí, no me hace daño en absoluto!”
El cordero, que también estaba allí, dijo:
– “Lo siento por ti ratón. Pero no hay nada que pueda hacer. Tal vez rece por ti”.
Pronto, la vaca, riendose, preguntó:
– “¿Y acaso estoy yo en peligro? No lo creo”.
Entonces el ratón volvió a la casa, preocupado y triste por la ratonera, sabiendo que tenía que andar por la casa con mucho cuidado.
Durante la noche, se escuchó un ruido, la ratonera había sido accionada. La mujer salió corriendo a ver quién había caído en la trampa. Pero como estaba oscuro, no vio que la trampa había dado contra la cola de una serpiente venenosa. La serpiente mordió a la mujer y el granjero tuvo que llevarla al hospital.
Después de 3 días en el hospital, la mujer regresó a casa. Tenía fiebre y el granjero decidió hacerle una sopa. Para esto, mató el pollo e hizo un sabroso caldo.
La mujer no mejoraba y los vecinos fueron a visitarla para ver cómo estaba. El granjero salió y mató al cordero para alimentar a los invitados.
Finalmente, la mujer murió y para pagar el funeral, el granjero vendió la vaca.
Este cuento tiene el propósito de enseñarnos que siempre debemos estar dispuestos a ayudar a nuestro prójimo, y que situaciones, que al principio no nos afectan directamente, pueden finalmente afectarnos de manera importante más adelante.
Pero la Biblia va mucho más allá. Con ella, aprendo que debo cuidar y amar a mi prójimo, simplemente porque Cristo ya lo ha hecho por mí: “Conocemos lo que es el amor verdadero, porque Jesús entregó su vida por nosotros. De manera que nosotros también tenemos que dar la vida por nuestros hermanos”. Lo que recibí de Cristo, debo darlo a los que me rodean. ¿Y qué he recibido de Cristo? Nada más y nada menos que su propia vida.
Oración: Señor, quiero estar atento a las necesidades de mi prójimo. Lo que recibí de ti, quiero dárselo a mi prójimo. Amén.
Versículo base: Conocemos lo que es el amor verdadero, porque Jesús entregó su vida por nosotros. De manera que nosotros también tenemos que dar la vida por nuestros hermanos. (NTV) 1ª Juan 3:16