Todas las cosas son posibles para el que cree

Para Dios, no hay límites. Y esta historia lo ilustra bastante bien.

Era el año 1959. Un joven afroamericano llamado Ronald McNair necesitaba unos libros para terminar un proyecto de ciencias. Fue a una biblioteca, pero en 1959, muchas bibliotecas eran exclusivamente para blancos, y ese era el caso de la biblioteca visitada por Ronald. Luego, el bibliotecario se negó a darle los libros al joven.

El joven Ronald, sin embargo, insistió y decidió no irse a casa sin los libros que necesitaba. La situación se puso tensa y la policía fue llamada. Y finalmente, por la persistencia de Ronald, los libros fueron entregues y pudo completar su trabajo escolar.

Ronald McNair creció y se convirtió en uno de los primeros astronautas afroamericanos en los Estados Unidos. Y la Biblioteca, años más tarde, cambiaría su nombre para “Biblioteca Ronald MacNair”.

Para Dios, tener acceso a los libros era poco. Dios quiso que esa biblioteca, que primero fue un lugar de rechazo, llevara su nombre. Porque para Dios no hay límites. Y Él quiere escribir historias extraordinarias. No solo te dará los libros de la biblioteca, pondrá tu nombre en ella.

¿Cuál es tu lucha hoy? ¿Crees que para Dios hay límites? Nuestro Dios convierte lo imposible en posible y lo simple en extraordinario. Por eso, me aferro a las palabras de Jesús, registradas en Marcos 9:23: “Todas las cosas son posibles para el que cree”.

Todas las cosas son posibles para el que cree – Devocional Diario

Oración: Señor, sé que todo es posible para los que creen en ti. Yo decido creer. ¡Amén!

Texto base: Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?». «Desde su niñez», respondió. «Muchas veces ese espíritu lo ha echado en el fuego y también en el agua para destruirlo. Pero si Tú puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos». «¿Cómo “si Tú puedes?” », le dijo Jesús. «Todas las cosas son posibles para el que cree». Al instante el padre del muchacho gritó y dijo: «Creo; ayúdame en mi incredulidad». Cuando Jesús vio que la gente corría a reunirse, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu mudo y sordo, Yo te ordeno: sal de él y no vuelvas a entrar en él». Después de gritar y de sacudirlo con terribles convulsiones, el espíritu salió: y el muchacho quedó como muerto, tanto, que la mayoría de ellos decían: «¡Está muerto!». Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y él se puso en pie. (NBA2005) Marcos 9:21-27

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