¿Bandido bueno es bandido muerto?
Esta frase es bastante popular y se repite a menudo: “bandido bueno es bandido muerto”. Está bien escuchar la frase de alguien del mundo, que no conoce a Dios y su amor incondicional. Pero es absurdo escuchar la frase salir de la boca de un cristiano. Cuando un cristiano la menciona, inmediatamente pienso: y fariseo bueno es fariseo callado.
Una característica de los fariseos era que se creían mejores que los demás. El relato de Lucas 18 nos lo revela: “El fariseo se puso a orar consigo mismo: ‘Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres –ladrones, malhechores, adúlteros– ni mucho menos como ese recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que recibo.’ En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ‘¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!‘” Lucas 18, versículos 11 al 13.
Bandido bueno es bandido arrepentido, convertido y salvo. Bandido bueno es el que abandona la vida criminal y se entrega al Señor y alcanza la salvación. Bandido bueno es el que dice “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!“. Cualquiera que diga que “bandido bueno es un bandido muerto” es un fariseo orgulloso, que no ha entendido que necesita la misericordia de Dios tanto como un bandido. Es un fariseo que nunca entendió el amor de Cristo, que llegó al punto de morir por todos los pecadores. Es un fariseo que no conoce el significado de perdonar 70 veces 7, de amar a sus enemigos o a su prójimo como a sí mismo. No entendió que Cristo fue condenado y muerto como un bandido, junto con bandidos y para salvar bandidos, habiendo salvado incluso a uno de ellos en la misma cruz (Lucas 23:43).
Finalmente, Jesús fue llevado a la cruz por los “santos” fariseos, quienes, cegados por el orgullo, no podían ver cuánto necesitaban la misericordia de Dios.
Oración: Señor, bandido bueno es bandido arrepentido, convertido y salvo. Quita de mí el espíritu fariseo que me hace pensar que soy mejor que los demás. Ten piedad de mí que soy pecador. ¡Amén!
Versículo base: Yo no quiero la muerte de nadie. ¡Conviértanse, y vivirán! Lo afirma el Señor omnipotente. (NVI) Ezequiel 18:32