¿A qué has renunciado por amor?

El rey caido en el tablero de ajedrez

Hoy, 21 de abril, es el cumpleaños número 95 de la reina Isabel II del Reino Unido. La reina, que asumió el trono el 6 de febrero de 1952, es uno de los “memes” favoritos de quienes quieren hacer chistes con la edad o con la eternidad.

Isabel II era solo la tercera en la línea de sucesión y nadie creía que alguna vez se convertiría en reina. Sin embargo, el primero sucesor, Jorge V, murió en 1936 y luego el segundo en la línea de sucesión, Eduardo VIII asumió el trono. Su reinado duraría solo 1 año, ya que abdicaría del trono para casarse con la socialité estadounidense Wallis Simpson. Abdicar al trono era su única opción para casarse con Wallis, ya que la corte no aceptaba su relación.

Al conocer esta historia, me puse a pensar en este acto de amor que tuvo Eduardo VIII. Y también me hace preguntarme cuán verdaderamente amada pudo sentirse Wallis. Creo que no muchos hombres están dispuestos a tan grandes sacrificios por amor.

Sin embargo, una gran verdad de la vida es esta: un matrimonio está repleto de renuncias No hay matrimonio sin renuncia. Unirse a alguien para compartir vida implica cambiar hábitos, prioridades y adaptarse a otra vida, que ahora está completamente unida a la tuya. Y muchos matrimonios fracasan por la sencilla razón, de pensar que vamos a vivir casados, igual a como vivíamos cuando solteros. Y surgen los conflictos.

¿A qué has renunciado ya por amor? ¿Privacidad en tu celular? ¿Fútbol con amigos? ¿Acostarse tarde? ¿Unas horas de ocio y descanso?

Oración: Señor, quiero aprender que un matrimonio exige renuncia. Muéstrame lo que todavía tengo que renunciar. ¡Amén!

Versículo base: Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable. Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. (NVI) Efésios 5:25-28

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