“Pastor, ¿ora por mí?”

Hombre ora a Dios en lo alto de una montaña

El poder de la oración no está en el que ora, sino en el que la oye“. La frase fue publicada en Twitter por mi amigo, el pastor Paulo Cabral, de la Iglesia Passo d’Areia en Porto Alegre, Brasil. Mientras leía la frase, recordé cuántas veces le pedí oración a un pastor, creyendo que su oración sería más “poderosa” que la mía. El pastor Cabral me recuerda entonces que el poder de la oración no está en el que la hace, sino en el que escucha.

No quiero decir aquí (y tampoco el Pastor Cabral) que está mal pedirle a un pastor o a alguien que ore por ti. Más bien, esta es una recomendación bíblica registrada en Santiago 5:16: “Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros”. El texto refuerza aún más que la “la oración del justo es poderosa y eficaz”. Y quizás este es el punto central por el que pedimos a otros que oren: no nos sentimos lo suficientemente justos y pensamos que Dios responderá más fácilmente a la oración del pastor.

Mejor entonces creer que Dios escucha mi oración. Mejor saber que no soy yo, por mi fuerza, la elocuencia de mi oración o las “palabras correctas” que Dios responde. El poder de la oración no está en quien ora. ¡Está en Dios! Es en el que escucha la oración que está el poder.

Oración: Señor, sé que me estás escuchando y que tienes el poder de cambiar mi situación. Por eso hoy te pido, sálvame de esta situación que me ha acosado todos los días. Y ayúdame a ser justo ante tus ojos. ¡Amén!

Versículo base: Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz. (NVI) Santiago 5:16

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