No sazones el asado con azúcar
La sal y el azúcar se parecen mucho, ¿no es así? En la primera edición de Masterchef en Brasil, una participante estaba preparando un postre. Pero confundió la sal con el azúcar. Y en lugar de endulzar su postre, le agregó sal. No hace falta decir que un error así no pasó desapercibido y ella acabó siendo eliminada del programa.
La sal y el azúcar se parecen, pero son completamente diferentes. Si estamos preparando una receta, sea la que sea, necesitaremos uno de los dos y confundirlos traerá resultados desastrosos. Si necesitas uno de los dos, no sirve de nada traer el otro. o si quieres sal, nadie te dirá: “el azúcar es muy similar, puedes usarlo en lugar de sal”.
Jesús nos llamó a ser la sal de la tierra (Mateo 5:13). Y de nada sirve intentar ser azúcar y pasar “desapercibido”, como si fuera sal. Hay mucho “azúcar” en la iglesia, tratando de parecerse a la sal. Pero cuando llega el momento de la verdad, “estropea la receta” trae confusión, conflicto y discordia.
Pablo, en su carta a los Corintios, advirtió de las personas que se relacionaban con los incrédulos: “No formen yunta con los incrédulos. ¿Qué tienen en común la justicia y la maldad? ¿O qué comunión puede tener la luz con la oscuridad?” 2 Corintios 6:14. El yugo desigual es como sazonar la carne con azúcar, o hacer flan con sal.
Es necesario recordar que estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Si está llamado a ser sal, no se mezcle con azúcar. Si eso sucede, perderá su propósito en el reino de Dios.
Oración: Señor, quiero ser sal en este mundo. No dejes que me mezcle con azúcar y pierda mi propósito. ¡Amén!
Versículo base: “No formen yunta con los incrédulos. ¿Qué tienen en común la justicia y la maldad? ¿O qué comunión puede tener la luz con la oscuridad? ¿Qué armonía tiene Cristo con el diablo? ¿Qué tiene en común un creyente con un incrédulo? ¿En qué concuerdan el templo de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos templo del Dios viviente. Como él ha dicho: ‘Viviré con ellos y andaré entre ellos; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.’ Por tanto, el Señor añade: ‘Salgan de en medio de ellos y apártense. No toquen nada impuro, y yo los recibiré.'” (NVI) 2 Coríntios 6:14-17