El gran mal de la insatisfacción
Hay un gran mal que a veces se apodera de todos nosotros. Es el mal de la insatisfacción. No es infrecuente que nos sintamos insatisfechos con lo que tenemos, somos o hemos logrado. La insatisfacción es a menudo con nosotros mismos, o quizás nuestra insatisfacción es con nuestro entorno, con las personas que nos rodean y su forma de ser o actuar.
En el texto de hoy, en 1 Timoteo, Pablo le habla a su joven discípulo sobre una gran verdad que es rechazada por el mundo, incluso por muchos cristianos y predicadores. “Si tenemos ropa y comida, contentémonos con eso”.
Las palabras de Pablo a Timoteo no son citadas por muchos predicadores de la prosperidad, quienes predican el éxito como una condición obligatoria para el cristiano, llegando al punto en que muchos de ellos dicen que un cristiano debe “exigir” riquezas a Dios. Y eso no está de acuerdo con la Biblia.
Nuestro Dios, sin duda, quiere bendecirnos. Finalmente, nos ama y tiene planes espectaculares para nuestras vidas (Jeremías 29:11). Pero Él espera ver un corazón satisfecho en nosotros, sin importar lo que tengamos o no tengamos. “Nada trajimos a este mundo, y nada podemos llevarnos.”. Por lo tanto, si busco a Dios solo por las riquezas, mi corazón siempre estará insatisfecho.
¿Qué hacer entonces? La respuesta está en el mismo texto: “Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo eso, y esmérate en seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia y la humildad. Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos.“
Oración: Señor, elijo seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la mansedumbre. Y decido estar satisfecho con lo que me das cada día. ¡Amén!
Versículo base: Es cierto que con la verdadera religión se obtienen grandes ganancias, pero sólo si uno está satisfecho con lo que tiene. Porque nada trajimos a este mundo, y nada podemos llevarnos. Así que, si tenemos ropa y comida, contentémonos con eso. Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores. Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo eso, y esmérate en seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia y la humildad. Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos. (NVI) 1 Timóteo 6:6-12