Punto de quiebre

Imagen de un lápis que se rompe.

Natalia Nieto, en la iglesia “El lugar de Su presencia“, nos trajo dos predicaciones que creo que todo cristiano debería escuchar y preguntarse: ¿cuál fue su punto de quiebre? Según la predicación, el punto de quiebre es ese momento exacto en el que nos rendimos ante Dios y confesamos nuestro pecado, nuestra condición de condenados a muerte y simplemente nos entregamos y nos rendimos ante Él.

Pablo tuvo su punto de quiebre con Cristo. Cuando iba camino de Damasco, se encontró con el mismo Cristo a quien perseguía y estuvo ciego durante tres días. Allí tuvo su “punto de quiebre”. Su vida se transformó a partir de ese momento. Pasó de perseguidor a perseguido, de verdugo a víctima, de asesino a predicador. El punto de quiebre cambia el destino de nuestra vida.

El hijo pródigo tuvo su “punto de quiebre” cuando aún estaba entre los cerdos, tenía hambre, pero nadie le daba nada. Luego recordó que en la casa de su padre, sus empleados tenían comida. Su “punto de quiebre” lo llevó de regreso a la casa de su padre, donde confesó humildemente que ya no era digno de ser llamado hijo y clamó por misericordia y perdón. El “punto de quiebre” lo llevó a los brazos de su padre.

¿Puedes identificar cuál fue este “punto de quiebre” en tu vida? Muchos de nosotros, nacimos en un hogar cristiano, crecimos y vivimos dentro de la iglesia la mayor parte de nuestras vidas y tal vez estemos en el “piloto automático” de la vida cristiana, sin haber tenido este encuentro con Cristo o nuestra confesión de pecado y total rendición a Él. Necesitamos tener también este “punto de quiebre”.

Si este es tu caso, hoy mismo confiesa tu condición de pecador ante Dios y entrégale tu vida. Puedes hacerlo con la oración que sigue.

Oración: Señor, hoy te confieso que soy un pecador, que no soy digno de tu gracia y misericordia. Reconozco que merezco la muerte, pero acepto tu salvación mediante el sacrificio de Cristo Jesús en la cruz. Hoy te declaro mi Señor y Salvador. ¡Amén!

Versículo base: Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor, enviándoles el Mesías que ya había sido preparado para ustedes, el cual es Jesús.(NVI) Hechos 3:19-20

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