El sacerdote del hogar

Un padre ora con su hijo. Es el sacerdote de su hogar.

El hombre es el sacerdote del hogar. Como sacerdote, tiene 3 funciones que son las más importantes. Estas funciones son más importantes que tener un buen trabajo, ser un profesional exitoso o garantizar un viaje de vacaciones a fin de año. Son mucho más importantes que los regalos caros, los videojuegos o garantizar a los hijos un intercambio en el extranjero. Un padre solo fracasa como padre cuando no cumple alguna de estas tres funciones, determinadas por Dios, para que pueda ser un verdadero sacerdote en su hogar: amar, enseñar y orar.

Amar

La primera obligación del hombre como sacerdote del hogar es amar. Y aquí es importante enfatizar que amar no es un sentimiento, amar es un mandamiento (Juan 13:34) y por lo tanto, es una decisión. Y el hombre debe amar como Cristo amó a la Iglesia (Efesios 5:25), es decir, dispuesto incluso a dar su vida por la familia.

Enseñar

“Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará”. El texto de Proverbios 22: 6 resume la segunda misión importante de un sacerdote: enseñar. La formación de los niños es una responsabilidad del hombre, del papá, como sacerdote del hogar.

Orar

Finalmente, la tercera y no menor tarea del sacerdote del hogar es orar por la familia. El padre, como sacerdote del hogar, tiene autoridad espiritual para orar e interceder por su familia. La palabra dice que “Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración. (Mateo 21:22). Entonces, ¿por qué un padre no intercedería por su esposa e hijos?

Papá, serás responsable ante Dios por tu familia. Cuando se presente ante Dios, Él no le preguntará si fuiste un profesional exitoso, si compró casas y carros o envió a sus hijos a las mejores escuelas. Le preguntará si amó a su esposa, educó a sus hijos e intercedió por ellos.

Oración: Señor, quiero ser sacerdote en mi casa. Muestra cómo conducir a mi familia. ¡Amén!

Versículo base: “Les escribo a ustedes, padres, porque han conocido al que es desde el principio. Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido al maligno. Les he escrito a ustedes, queridos hijos, porque han conocido al Padre” (NVI) 1 Juan 2:13

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